Palabras del Presidente de la Bolsa
Palabras del Presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo J.J. Gabbi, en ocasión de celebrarse el Aniversario 171 de la creación de la Asociación, el 10 de julio de 2025, en el Recinto Principal de Sarmiento 299.

“Bienvenidos a la celebración del 171° aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
Es un inmenso honor darles la bienvenida a esta casa centenaria, que hoy celebra nada menos que 171 años de historia: la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
A lo largo de casi dos siglos, esta institución ha sido testigo y protagonista de los momentos más relevantes de la historia económica y política de nuestro país.
Aquí se canalizaron esperanzas, inversiones, decisiones de riesgo, siempre pensando en el futuro.
Porque eso es, en esencia, el mercado de capitales: una herramienta que transforma el ahorro en inversión, ideas en empresas y trabajo en progreso.
Recibir hoy al señor Presidente de la Nación en este aniversario no es solo un honor institucional. Es también un gesto simbólico, que reconoce la importancia del diálogo público-privado, el respeto por las instituciones y la convicción de que ningún país puede desarrollarse sin un mercado financiero sólido, transparente y previsible.
SI bien entendemos que es inevitable cometer errores, es imperdonable insistir con las mismas políticas sabiendo que son erróneas. Señor Presidente, estoy convencido que su gestión logró que la sociedad entienda que no se puede vivir con un agujero fiscal, y desde esta Casa valoramos su defensa férrea por el equilibrio en las cuentas de la Nación, incluso pagando altos costos políticos.
Me ilusiona pensar que se está ganando la batalla cultural contra los controles compulsivos de precios, la suspensión de exportaciones, la suba de impuestos en forma irracional, el ataque a la meritocracia, el distribuir lo que no se tiene, el endeudarse sin respaldo, los cepos cambiarios y elegir socios traicioneros.
El republicanismo se basa en la libertad, la ley y la igualdad ante ella. Respetar la división de poderes no es solo una norma institucional: es garantía de equilibrio, un límite al abuso y la base de una democracia sana, donde nadie está por encima de las reglas.
Una república fuerte no necesita unanimidad, necesita posturas claras y poderes que se controlen mutuamente.
Por eso vale reconocer y destacar que, aunque a veces Usted juega a fondo y al límite, nunca dejó de valorar la institucionalidad y la división de poderes, y esto fortalece y renueva la esperanza de vivir en un país donde las leyes se cumplen y las instituciones se respetan.
La Bolsa representa a cientos de empresas, trabajadores, inversores y emprendedores que creen en la Argentina. Que invierten todos los días, incluso en la incertidumbre, por un futuro mejor.
Sabemos que los desafíos son grandes. Pero también sabemos que el potencial de nuestro país lo es aún más.
Potencial éste que ya es una realidad en el extraordinario trabajo de YPF a cargo del Ing. Marín, aquí presente, en la inversión cada vez más cuantiosa de las empresas mineras y siempre con el apoyo tradicional de miles de empresarios rurales a lo largo y ancho del país.
No estamos aquí para elogiar a un gobierno ni para criticarlo. Estamos para renovar nuestro compromiso con la transparencia, con el progreso, y con la convicción de que cuando el sector público y el privado encuentran puntos de encuentro, gana el país entero.
Los números no opinan, solo describen. Pasó apenas un año desde su última visita, señor Presidente. Solo un año. Y, sin embargo, el dólar está por debajo.
El riesgo país bajó más de un 50%, y el índice Merval, que mide el valor de nuestras empresas, también se capitalizó.
Hace un año la inflación estaba por encima del 5% mensual y la pobreza superaba el 45%.
Hoy, un año después, ya no debatimos el rumbo económico ni se cuestiona el éxito macroeconómico. Por suerte, lo que se discuten son las formas y los ritmos, no el camino.
Ahora empieza el verdadero desafío: el debate microeconómico. Y ahí es donde nosotros, como empresas privadas, tenemos un rol clave.
El Estado debe seguir aliviando la carga tributaria, algo que deberían ahora replicar las provincias y los municipios. La justicia debe garantizar que un acuerdo laboral no se convierta en un castigo eterno para las empresas.
De nada servirá el sacrificio de nuestra sociedad en los últimos 70 años —perdiendo calidad de vida, educación e infraestructura— si abandonamos ahora el intento de ordenar de una vez por todas nuestras cuentas fiscales.
El 60% de los argentinos nunca vivió sin inflación. Y la inflación es la mayor estafa a la clase trabajadora: mientras los más pudientes logran cubrirse, los más vulnerables sufren su poder destructivo.
Pero en épocas de estabilidad, el destino del sector privado depende de nosotros mismos: de nuestra inversión, eficiencia, productividad y responsabilidad social.
Debemos hacer lo que sabemos: trabajar, emprender y comprometernos con la sociedad.
Debemos aspirar a una economía que compita en beneficio de sus ciudadanos.
Debemos entender que el consumo sin inversión no genera desarrollo, apenas un rebote económico. Y es ahí, donde el mercado de capitales juega un rol esencial en esta nueva Argentina, al ser el vehículo natural para el financiamiento de mediano y largo plazo.
La informalidad es un pecado previsional, laboral, y una competencia desleal para nuestro sistema.
¿Nunca nos preguntamos por qué nuestra economía informal es más grande que la formal? O ¿por qué hay más trabajadores fuera que dentro del sistema? Simple: porque castigamos en exceso a quienes eligen operar dentro de la ley.
Esa es, tal vez, la batalla cultural que se viene. No se trata solo de devaluar para ser más baratos. Se trata de ser más eficientes, más productivos y más competitivos.
Un empresario no gobierna: sirve al prójimo. Debe satisfacer consumidores, ofrecer un mejor servicio que sus competidores. No debería depender de un burócrata para autorizar una operación comercial.
Señor Presidente, antes de cederle la palabra —palabra que hoy esperamos con gran expectativa—, permítame compartir bíblicamente nuestros principales Mandamientos Bursátiles:
- La transparencia y la honestidad son el camino más directo y seguro para generar confianza en las inversiones.
- La libertad de decisión, sin afectar la del prójimo, es la mejor garantía de darle una mejor calidad de vida a nuestros hijos y nietos.
- El respeto irrestricto a la propiedad privada es lo que permite pensar a largo plazo.
- Las reglas claras y estables dan continuidad e institucionalidad a las inversiones.
- La educación es el verdadero motor de la movilidad social.
- La tolerancia y el respeto por otras opiniones es la base de la convivencia. El mercado se construye con diversidad de pensamiento.
- La información relevante debe ser confiable y accesible para todos en el mismo momento.
- Los incentivos deben estar bien alineados: el mérito y el esfuerzo deben ser premiados, los malos hábitos y el robo, absolutamente condenados.
Señor Presidente, por último, déjeme expresarle un agradecimiento personal que hago extensivo a todos los argentinos, quienes, a pesar de vivir momentos difíciles, mantenemos la esperanza.
Yo tuve que esperar la última etapa de mi vida para ver a mi país, éste que elijo cada día, con 18 meses de superávit fiscal, respetando los compromisos asumidos, dándome la posibilidad de poder hablar con mis nietos del significado de la libertad, del mérito, del respeto y del esfuerzo como mi abuelo inmigrante lo hizo conmigo, en aquella época donde la Argentina era una de las grandes potencias del mundo.
Amigos, queridos amigos todos, es un placer compartir con ustedes este 171 aniversario de la Bolsa de Comercio, Señor presidente Dr. Javier Milei, es un honor recibirlo en este día tan especial.
Muchas Gracias».