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Cómo protegerse de la inflación

Para evitar en lo posible el “impuesto inflacionario”, el dinero debería colocarse a una tasa de interés que cubra, al menos en parte, la pérdida de poder adquisitivo de la moneda. La elección de las alternativas disponibles dependerá del escenario previsto y del tiempo durante el cual se pueda inmovilizar la inversión.

¿Nos podemos proteger de la inflación? Para contestar esta pregunta primero es importante tener en claro qué es realmente la inflación.

Muchas veces se define a la inflación como la suba generalizada de los precios en una economía, pero esa definición no es del todo correcta. En realidad, la inflación es la desvalorización del poder adquisitivo de la moneda; el aumento generalizado de los precios de bienes y servicios, medidos en dicha moneda, es su principal consecuencia. Tal incremento de precios (la pérdida del poder adquisitivo de la moneda) reduce el ingreso real disponible de los agentes económicos que realizan transacciones en dicha moneda, por lo tanto, es como si pagaran un impuesto. Es decir, la inflación es un impuesto sobre la moneda y quienes lo pagan son aquellos que poseen esa moneda. En tal sentido, si se mantienen saldos en la moneda con inflación por mucho tiempo, se paga más por ese impuesto.

¿Quiénes ganan con la inflación? Aquellos que tienen activos cuyo valor se incrementa al mismo ritmo (o por encima) de la tasa de inflación y pasivos en la moneda que se desvaloriza, por los que paga una tasa de interés inferior a la tasa de inflación.

¿Quiénes pierden con la inflación? Aquellos que mantienen dicha moneda en su cartera, y quienes mantienen activos nominados en esa moneda cuya tasa de interés o incremento de valor es inferior a la tasa de inflación.

Cuando la tasa de interés es inferior a la tasa de inflación, no logra compensar la pérdida de poder adquisitivo de la moneda y, por lo tanto, implica un menor consumo de bienes y servicios en el futuro. A esto se lo llama “Tasa de interés real negativa”. Si, en cambio, la tasa de interés está por encima de la tasa de inflación, entonces mejoramos nuestro poder de compra a futuro y estamos en presencia de una “Tasa de interés real positiva”. La cuestión es que sólo sabremos si la tasa de interés real es positiva o negativa ex post (no lo sabemos ahora, sólo lo sabremos en el futuro), porque nadie conoce el índice de inflación por venir. Sólo podemos actuar sobre la base de nuestras expectativas.

Plazo fijo

Actualmente, la tasa de interés nominal anual para un plazo fijo –TNA, regulada por el Banco Central– está en 53%. Una Letra del Tesoro Nacional con vencimiento el 31 de agosto cotiza con una TNA del 55%, y si se estiran los plazos a septiembre u octubre, la tasa asciende a cerca del 59% nominal anual. En definitiva, si la tasa de inflación futura fuera menor al 4,4% mensual, estas alternativas generarían un rendimiento real positivo; en el caso contrario, no convendría invertir en estos instrumentos porque se estaría perdiendo. Es decir, en el futuro se podrán comprar menos cosas que ahora. Por el momento, la tasa de interés de estos instrumentos viene perdiendo sistemáticamente contra la inflación y (de acuerdo con las previsiones que presenta el último Relevamiento de expectativas de mercado publicado por el BCRA, ya obsoleto) parece que, salvo que haya una nueva suba de tasas nominales, seguirá ocurriendo lo mismo en el futuro. Por lo tanto, dadas las actuales tasas de interés, invertir en estos instrumentos no sería lo más recomendable para quienes buscan no perder contra la inflación en los próximos meses.

Plazo fijo UVA

Por otro lado, existe la posibilidad de realizar plazos fijos en UVA (Unidad de Valor Adquisitivo): su ventaja es que ajustan el capital por inflación, por lo tanto, garantizan no perder poder adquisitivo. Suelen pagar una tasa nominal anual que va desde 0,1% a 1%, y a esto hay que sumarle la inflación del período. La desventaja es que hay que colocar el capital a un plazo de 90 días como mínimo; es decir, se debe inmovilizar el dinero por más tiempo. Existe la alternativa de los PF UVA precancelables, pero en caso de cancelación anticipada no pagan el ajuste por inflación, sino que abonan una tasa de interés preestablecida (actualmente, de 48% nominal anual). Esta inversión puede ser una alternativa interesante para aquellos que decidan mantener el dinero indisponible por más tiempo.

Letras y Bonos del Tesoro

También para aquellos que busquen instrumentos ajustados por inflación está la alternativa de comprar Letras y/o Bonos del Tesoro con cláusula de ajuste por CER (LECER y BONCER). Quienes quieran asumir menos riesgo deberían colocarse en los vencimientos más cortos, de entre 2 y 3 meses. Dichos instrumentos tienen la ventaja de ofrecer un rendimiento por encima de la inflación (al momento de escribir esta nota, todas las letras cotizaban bajo el par, esto es, por debajo del 100% de su valor nominal); al mismo tiempo, cuentan con mercado secundario: el inversor puede vender en cualquier momento. Obviamente, que tengan mercado secundario también implica que pueden bajar de precio, como ocurrió durante el mes de junio con todos los bonos de la curva CER. No se puede dejar de mencionar que, al estar indexados, estos instrumentos presentan más riesgos que aquellos sin indexación: más allá de que sean emitidos por el soberano, ante una espiralización inflacionaria existe el riesgo de crédito. En definitiva, estos instrumentos se pueden sugerir a aquellos inversores que consideren que la inflación seguirá siendo alta (incluso más alta que ahora), pero que se estabilizará.

Las ON en dólares de empresas de primera línea son una alternativa para aquellos que estén dispuestos a tomar un poco más de riesgo a cambio de un rendimiento en moneda dura.

Obligaciones Negociables

Pasemos al escenario en el cual la inflación continúa aumentando y no se logra estabilizar. Sin necesidad de pensar en una coyuntura de espiralización agravada, una inflación en aumento desde el 5,5% mensual (esa sería, aproximadamente, la media geométrica mensual para los primeros 7 meses del año) es un problema mayúsculo para la toma de decisiones. En este escenario, en el cual el peso perdería cada vez más sus funciones como moneda, la posibilidad de cubrirse en dólares sería claramente una alternativa. Es cierto que el Dólar también está perdiendo poder adquisitivo (hay inflación en dólares en Estados Unidos y en el mundo), pero continúa siendo una de las monedas más estables y la de mayor relevancia en el comercio internacional. Si medimos los precios en dólares en nuestro país en los últimos años, la moneda estadounidense mantuvo medianamente su poder adquisitivo. La deuda corporativa (Obligaciones Negociables) nominada en dólares, de empresas de primera línea, puede ser una alternativa para aquellos que estén dispuestos a tomar un poco más de riesgo a cambio de un rendimiento en moneda dura. En el caso de mantener directamente dólares, si bien nos sirven para protegernos de la desvalorización del Peso, no nos generan ninguna rentabilidad.

Adelantar compras

Esta también es una manera de no mantener el dinero sobre el que recae el impuesto inflacionario. No obstante, el adelanto de compras tiene límites: no podemos anticipar la totalidad de nuestro consumo futuro; por eso es tan importante contar con una moneda que cumpla con la función de ser reserva de valor. Obviamente, esta alternativa es recomendable para alguien que tenga pensado realizar mejoras en su hogar o comprar algún bien durable: si puede hacerlo, que no espere. Sin embargo, no parece lógico sugerir “comprar por comprar”, o endeudarse porque “todo va a subir”, cuando del otro lado no hay activos que permitan licuar la deuda. Claramente, al momento de realizar las compras, usar la tarjeta en cuotas sin interés es una sana forma de “ganarle” a la inflación; pero siempre con la previsión de contar con el dinero suficiente para cubrir el total de dichas cuotas, ya que las tasas de financiamiento de las tarjetas de crédito son reales positivos.

Acciones y Cedears

Entre todas estas alternativas existe una, quizás menos difundida entre el ahorrista tradicional, pero de muy sencillo acceso: la de comprar parte de una empresa cotizante, es decir, acciones en la Bolsa. También esta puede ser una manera de cubrirse de la inflación ya que las firmas –además de poseer activos como inmuebles, bienes de capital, etcétera– venden productos que ajustan sus precios acompañando el ritmo general y, por lo tanto, cubriendo parte de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda. En BYMA (Bolsas y Mercados Argentinos S.A.) se presenta la posibilidad de comprar acciones de grandes empresas a nivel mundial a través de Cedears. De esta forma, se puede seguir la evolución de una o varias firmas del mercado estadunidense (Tesla, Amazon, Apple, Facebook, Disney, Alcoa, entre otras) o, directamente, la del índice S&P500, a través de estos instrumentos. La ventaja de la inversión en Cedears es que constituye una forma de dolarizar la inversión; la desventaja es que las acciones son un instrumento con alta volatilidad que, en ocasiones, puede dar lugar a pérdidas en el corto plazo.

En síntesis, lo recomendable es quedarse sólo con la cantidad mínima indispensable de pesos inmovilizados, ya que son la base del impuesto inflacionario; el resto debería ser colocado a una tasa de interés que cubra, al menos en parte, la pérdida de poder adquisitivo del dinero.

Finalmente, cómo cubrirse de la inflación dependerá del escenario que cada uno prevea (desinflación, estabilización, aceleración o espralización) y el tiempo durante el cual pueda inmovilizar la inversión. Una muy buena alternativa es comprar Acciones, tanto del mercado local como del mercado internacional, aunque esto no es para cualquier perfil de inversor. No obstante, como nadie puede predecir el futuro con exactitud, la sugerencia es “diversificar”; porque, como dijo el financista estadounidense John Templeton, “los únicos inversores que no deberían diversificar son aquellos que tienen la razón el 100% de las veces”.