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El mercado, un mundo de oportunidades… y de emociones

En una nueva edición del ciclo “Ellas invierten”, la Fundación BCBA convocó a dos mujeres profesionales del mercado de capitales para compartir de manera virtual sus puntos de vista sobre lo que toda inversora debe saber al momento de hacer su experiencia en el mundo bursátil.

Emilse Córdoba y Carolina Cinque, oradoras de la tercera edición del ciclo “Ellas invierten”.

La Fundación Bolsa de Comercio de Buenos Aires llevó a cabo a distancia la tercera charla del ciclo “Ellas invierten”, con la participación de Carolina Cinque, directora comercial en Alchemy Valores S.A., y de Emilse Córdoba, directora de Bell Investments S.A. Alchemy Valores y Bell Investments son agentes de liquidación y compensación (ALyCs) autorizados y registrados ante la Comisión Nacional de Valores (CNV), y listados en Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA) (ver nómina de ALyCs en BYMA).

“A mí, personalmente, el hecho de ser mujer no me significó ninguna diferencia ni dificultad en el desarrollo de mi profesión, pero celebro estar hablando en un auditorio de mujeres”, comentó Carolina Cinque al inicio de su disertación, y propuso a la audiencia: “Quiero hacer hincapié en el ahorrista y en las oportunidades que, quizás, el ahorrista se pierde. También quiero recordar que, cuando hablamos de inversores, no sólo nos referimos a los individuos sino también a las empresas; y que, a la hora de obtener financiamiento, existe la posibilidad de participar en la colocación de instrumentos de deuda privada a través del mercado de capitales”.

“El 51% de los activos bajo administración de fondos comunes de inversión y de compañías de seguros está focalizado en instrumentos de money market (renta fija de corto plazo), y sólo un 5% de dichos activos se encuentra colocado en instrumentos de renta mixta y renta variable (bonos y acciones)” señaló la directora comercial de Alchemy Valores. “En los inversores y en los actores del mercado de capitales hay entonces un patrón de conducta centrado en los instrumentos de liquidez, que podría significar una falta de conocimiento o de acceso a la información a la hora de analizar otras alternativas de inversión o de servicios que ofrece el mercado”.

“La riqueza de nuestro mercado de capitales está en los vehículos de inversión”, afirmó Cinque. “Muchas veces se dejan de lado alternativas de mercado con una muy buena gestión de análisis y de riesgo. Entre las alternativas de renta fija están los títulos públicos (bonos soberanos, provinciales, municipales; emisiones del Tesoro o del Banco Central), las obligaciones negociables o títulos corporativos privados, y los fideicomisos financieros. En el segmento de renta variable se encuentran las acciones locales y los CEDEARs. Las acciones se pueden estudiar segmentando a las compañías por tipos de empresas, para poder compararlas entre sí y arbitrar distintas firmas de un mismo sector que debieran tener ratios similares. Por su parte, los CEDEARs fueron ‘la estrella’ del año, porque representan un producto bastante versátil para los tiempos actuales, sobre todo cuando el inversor busca un subyacente que no esté necesariamente vinculado a la coyuntura local. Lamentablemente, la inseguridad que a veces provocan el marco regulatorio o la situación macroeconómica, que no logramos consolidar, hacen que muchos inversores busquen vehículos que repliquen otros mercados”.

Para concluir, Carolina Cinque mencionó las tres consultas que les hace a sus clientes a la hora de conformar una cartera de inversión: “Las tres cuestiones fundamentales tienen que ver con el horizonte de la inversión, la percepción de riesgo que cada inversor tiene a la hora de tomar decisiones, y la rentabilidad que se espera de esa cartera. La conjunción de estos tres elementos es lo que lleva a un inversor a definir las proporciones de una cartera determinada, que siempre debe estar diversificada: esto es, como bien indica el refrán bursátil, no poner todos los huevos en una sola canasta”.

“Hoy, el mercado de inversión está muy focalizado en instrumentos de liquidez y quizás olvida otros instrumentos muy ricos que, obviamente, requieren de un análisis más profundo” (Carolina Cinque, directora comercial en Alchemy Valores).

Emilse Córdoba introdujo su presentación con un fragmento de la película “Wall Street”, estrenada en 1987. En la escena escogida, el famoso personaje Gordon Gekko, interpretado por Michael Douglas, asume una polémica defensa de la avaricia: “La avaricia es buena, es correcta y funciona. La avaricia, en todas sus formas, da impulso a la vida, al dinero, al amor, al conocimiento, y ha determinado la evolución de la humanidad”. Las controvertidas palabras de Gekko dieron pie a la reflexión de la directora de Bell Investments: “Para tener una buena experiencia con nuestras inversiones, necesitamos conocernos a nosotras mismas y asumir que nuestra inversión es un péndulo que oscila entre el miedo y la codicia. La codicia exacerbada es negativa, pero en su justa medida es positiva porque nos permite ir más allá del miedo. Y el miedo exacerbado también es negativo, pero en su justo equilibrio nos permite tener calma para alcanzar un buen estado de salud de nuestras inversiones”.

“A partir del autoconocimiento podremos llegar a armar nuestra cartera de inversiones, que será, ni más ni menos, la cartera con la que cada una se sienta cómoda”, enfatizó Córdoba, y explicó: “El nivel de riesgo o la rentabilidad esperada son factores sobre los que cada una de nosotras debe decidir. Hay que aprender a gestionar las emociones para mejorar nuestra relación con las inversiones. Necesito invertir tiempo para educarme en todo lo relativo al mercado de capitales, a las finanzas personales; y posteriormente, para investigar, para buscar información, para hacer análisis”.

“Los ciclos de la inversión, que se pueden graficar como un serrucho ascendente o descendente, determinan los ciclos de nuestras propias emociones”, señaló la profesional de las finanzas. “Esto puede llevar a tomar decisiones en el momento equivocado. Por ejemplo, en un momento de euforia puedo recomprar un activo en el punto máximo de su precio. Esta gran fluctuación de emociones se puede moderar con el autoconocimiento y con el conocimiento del activo en el que invertimos y del mercado donde se encuentra. También es preciso establecer mis expectativas con anterioridad: ¿Cuánto estoy dispuesta a perder y cuál es mi ganancia prevista para una inversión determinada? Esto no me lo va a decir nadie más que yo”.

“La avaricia, a falta de una palabra mejor, es buena. La avaricia impulsa, encuentra caminos, y captura además la esencia del espíritu evolutivo”. Emilse Córdoba eligió un fragmento de la película Wall Street para abrir su charla.

En tal sentido, Emilse Córdoba recomendó a la audiencia “fijar una estrategia de inversión y cumplirla”, y desarrolló este precepto: “Cuando me tomo el tiempo para decidir, solamente decido: le dedico a la toma de decisión su propio tiempo, con el mercado cerrado. Luego, me tomo otro tiempo –aparte y distinto– para ejecutar esas decisiones sin que me afecte la emocionalidad del momento. Las decisiones de inversión no se deben cambiar sobre la marcha, por la influencia del ruido mediático, porque en ese caso es muy probable que me esté alertando por un miedo que no es mío. No hay que seguir a la manada. Ante una complicación, si ya tomé mi decisión, en todo caso la reviso –siempre con el mercado cerrado– lo más tranquila posible y abstraída del ruido exterior. En este proceso hay que valerse de toda la información buena y fidedigna que tengamos a disposición. En el caso de la información que se obtiene a través de los medios masivos de comunicación, hay que tener el cuidado de separar la información propiamente dicha de la opinión”.

Al cierre de la charla, la directora de Bell Investments aconsejó “pensar siempre en el mediano o largo plazo”, pues “en el muy corto plazo es probable equivocarse, porque el inversor está a expensas de su propia emocionalidad”, y concluyó: “Al igual que nuestra inversión, el mercado también puede representarse como un péndulo. En el caso del mercado, el péndulo oscila entre el optimismo insostenible que pone un precio muy caro a los activos, y el pesimismo injustificado que hace que los activos estén demasiado baratos. Nosotras, como inversoras inteligentes, debemos ser realistas: venderles a los oportunistas y comprarles a los pesimistas, para así obtener mejores resultados de nuestras inversiones”.