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Invertir en tiempos revueltos

¿Cómo manejar las emociones cuando el mercado tiembla? El mercado se sacude con cada novedad política, pero los errores de inversión más caros no suelen venir de las noticias, sino de cómo reaccionamos a ellas.

La reciente turbulencia en los mercados mundiales puso en evidencia un fenómeno silencioso, pero muy poderoso: cómo las emociones afectan nuestras decisiones financieras. Cada vez que los precios se desploman o suben de forma inesperada, muchos inversores se ven tentados a hacer movimientos rápidos. Vender en pánico. Comprar por miedo a quedarse afuera. Cambiar la estrategia de largo plazo por una reacción de corto.

Spoiler: Las emociones no son buenas consejeras a la hora de invertir.

¿Podemos cambiar nuestra psicología financiera?

Sí, y la buena noticia es que no hace falta ser un gurú ni un experto en neurociencia. Con información, autoconocimiento y práctica, podemos modificar nuestra relación con el dinero. Aprender a reconocer nuestras emociones, detectar patrones repetitivos y revisar nuestras creencias sobre el dinero (por ejemplo: “invertir es solo para ricos” o “si no entiendo todo, mejor no hago nada”) nos ayuda a tomar mejores decisiones.

Invertir no es solo saber de números: también es conocerse a uno mismo

Dicho esto… ¿Qué tipo de inversor sos?

Así como no todos reaccionamos igual frente a una crisis personal, tampoco todos vivimos igual la volatilidad del mercado. Hay personas que toleran el riesgo y otras que no duermen si su cartera baja 2% en un día. Conocerte como inversor –entender tus miedos, tus objetivos y tus límites– es clave. No hay una única forma correcta de invertir. Lo importante es encontrar la estrategia que sea adecuada para cada uno.

Por qué sentimos lo que sentimos (y cómo nos juega en contra)

Las finanzas conductuales –una rama que combina economía con psicología– estudian hace años este fenómeno. Algunas de las trampas emocionales más comunes son:
• Aversión a la pérdida: Nos duele más perder 100 pesos que lo que disfrutamos ganar esos mismos 100 pesos. Por eso, cuando cae el mercado, el miedo nos empuja a vender… incluso si eso significa asumir una pérdida.
• Efecto manada: Si todos venden, sentimos que deberíamos hacer lo mismo. Aunque no sepamos por qué. Lo mismo pasa cuando todo sube y pensamos que estamos “perdiendo la oportunidad de nuestra vida”.
• Exceso de confianza: Cuando una inversión sale bien, creemos que fue por nuestra habilidad (y no por el contexto). Eso nos lleva a subestimar riesgos.

No hay una única forma correcta de invertir. Lo importante es encontrar la estrategia que sea adecuada para cada uno.

Cómo invertir sin que las emociones te pasen por encima

Algunas herramientas para que las emociones no tomen el control:
• Tené un plan de inversión: Saber para qué invertís, con qué horizonte, y cuál es tu tolerancia al riesgo, te ayuda a mantenerte firme cuando el mercado se sacude.
• Diversificá: No pongas “todos los huevos en la misma canasta”. Tener distintas clases de activos baja la volatilidad total de tu cartera… y también tu ansiedad.
• Consultá con alguien idóneo: Un asesor financiero puede ayudarte a mirar el panorama completo y a tomar decisiones más objetivas.
• Desconectate del ruido: No hace falta ver las cotizaciones minuto a minuto. Menos aún cuando hay volatilidad. Tomar distancia también es una forma de cuidar tus finanzas.

Conócete a ti mismo

Las emociones están presentes en cada decisión financiera, pero no tienen por qué dominarte. Invertir con estrategia es más rentable –y más saludable– que invertir por impulso. Y en tiempos revueltos, esa diferencia se nota más que nunca. Porque en finanzas, como en la vida, conocerse a uno mismo siempre paga.
¿Querés profundizar en tu perfil como inversor o mejorar tu relación con el dinero? Buscá asesoramiento profesional o herramientas que te ayuden a tomar decisiones más conscientes. La información técnica es clave, pero la emocional también.