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“La bimonetariedad podría generar una corrida contra el Peso”

Así lo estimó Guillermo Calvo durante la Conferencia Anual de FIEL llevada a cabo en la Bolsa de Comercio. “En la Argentina, si se apresura el funcionamiento del Dólar como medio de cambio, se puede acelerar un problema nada bueno, para nadie”, advirtió el profesor de la Universidad de Columbia.

“La pregunta es quién va a creer en la Argentina si antes no se hace un cambio cultural, porque nuestro país está totalmente fuera del mapa” (Guillermo Calvo).

La opinión de Guillermo Calvo es una de las más valoradas y respetadas en el ámbito académico y profesional de las ciencias económicas. El profesor de Economía y Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Columbia abrió la Conferencia Anual de FIEL que tuvo lugar en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. “Se habla mucho de ‘liquidez’, pero la ‘liquidez transaccional’ es un concepto especial que debería tomarse a la hora de considerar el caso argentino”, propuso el destacado economista. “Todos sabemos que en la Argentina el Dólar es líquido: nadie lo va a cuestionar, pero no es fácil ir al supermercado y pagar con dólares. Ese aparente pequeño detalle puede hacer una gran diferencia, porque la cuestión es si el Dólar funciona o no como moneda transaccional en la Argentina”.

En tal sentido, Guillermo Calvo puntualizó que “aún si se permitiera hacer transacciones en dólares, habría una preferencia hacia la moneda estadounidense”, y explicó: “En la situación bimonetaria, ambas monedas, el Peso y el Dólar, deberían ser útiles para realizar transacciones; pero, al menos por el momento, ése no parece ser el caso de la Argentina, salvo en lo que respecta a los bienes y servicios dolarizados. Y para el día a día, los precios del supermercado son más importantes que el precio de un automóvil. Entonces, mi temor es que al facilitar el camino bimonetario se produzca una fuerte corrida contra el peso y se reduzca la recaudación del impuesto inflacionario. Si se reduce la base del impuesto inflacionario, hay que aumentar más rápido la oferta monetaria para compensar el financiamiento, con dos efectos: mayor inflación y peor distribución del ingreso. Esto ya se está viendo con los niveles actuales de inflación. La demanda de pesos ya es ínfima, pero si además ofrezco la alternativa cómoda del Dólar, ¿quién va a utilizar el Peso, salvo para el cambio chico?”.

El economista jefe de FIEL, Fernando Navajas, moderó en la BCBA la charla ofrecida virtualmente por Guillermo Calvo desde Nueva York.

Una alternativa extrema para un país extremo

Con referencia a los procesos históricos recientes de adopción del Dólar en otros países, el economista relativizó su validez desde la perspectiva argentina: “En el caso de Perú de 1993, cuando el Dólar se estableció como moneda transaccional, cabe recordar que ese país ya había sufrido una hiperinflación en 1990. En tanto, en Venezuela hoy se puede usar el Dólar, pero allí tuvieron la inflación más alta del mundo: el valor de la moneda local se destruyó por completo”. Calvo aseguró que, en los próximos meses, la Argentina va a estar débil: “Por eso es importante prestar atención al tipo de shock que pueda venir –como tantos otros que han venido en el pasado– y ver hasta qué punto nos podemos proteger. Hay que ir al FMI con argumentos, no sólo con necesidades. Lamentablemente, la Argentina ya ha apelado a toda la buena voluntad del mundo desarrollado y queda muy poco para sacar de allí”.

“En términos de dolarización, se me viene a la mente el título de una película: ‘Mi pasado me condena’ –bromeó Guillermo Calvo–. La Argentina es un caso rarísimo, por eso se explica que la dolarización pueda llegar a ser una opción. Hacer del Dólar una moneda alternativa puede llegar a ser popular en el corto plazo, pero hay que considerar que se está creando un sustituto competitivo del Peso dentro del sistema monetario. En el camino hacia el bimonetarismo, las cosas pueden llegar a complicarse incluso más de lo que estaban. No se pueden generar los excesos de antes porque el Dólar disciplina la economía; sin embargo, nada impediría que cuando el Banco Central o el Tesoro se encontraran con que no pueden hacer lo que quieren (esto es, utilizar la oferta monetaria), metan un cepo otra vez. Ya se ha hecho”.