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La moneda argentina: pasado y presente

El 9 de abril se llevó a cabo un panel titulado “La moneda argentina. Pasado y presente” en la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina. La apertura estuvo a cargo del presidente de la Academia, Fernando Devoto, quien presentó la temática de la exposición como “un diálogo entre historiadores y economistas”.

El panel sobre la historia de la moneda argentina tuvo lugar en el Antiguo Recinto del Congreso Nacional, sede de la Academia Nacional de la Historia.

“La moneda en la Argentina ha sido un problema histórico permanente desde su creación hasta nuestros días”, comentó el vicepresidente de la Academia Nacional de la Historia, Eduardo Míguez, tras la apertura del titular de la entidad, Fernando Devoto. A continuación, Carlos Marichal, miembro correspondiente por México de la Academia Nacional de la Historia y fundador de la Asociación Mexicana de Historia Económica, inició su disertación haciendo referencia a las guerras de independencia en Latinoamérica y al surgimiento de los primeros bancos comerciales de emisión. En sus palabras, “las guerras de independencia en la América española no sólo marcaron el ocaso del imperio europeo de ultramar más extenso de la época, sino también el fin de la más extensa unión monetaria y fiscal en el mundo”. El patrón monetario común de carácter bimetálico, que había mantenido la Corona española a lo largo de tres siglos y a través de sus vastos territorios, perdió su rol dominante cuando a principios del siglo XIX tuvieron su auge nuevos signos monetarios como la libra esterlina y el franco francés, y cuando se difundió el uso del papel moneda.

Fernando Devoto y Eduardo Míguez, presidente y vice de la Academia Nacional de la Historia respectivamente.

La soberanía monetaria

Los nuevos Estados latinoamericanos, con el fin de afirmar su autonomía política tras independizarse, buscaron establecer su soberanía monetaria. Este es el momento en que se comenzó a experimentar con patrones de papel moneda fiduciaria en el Estado de Buenos Aires. El Banco de Descuentos, que gozó de gran cantidad de reservas metálicas en sus primeros años, pudo emitir papel moneda convertible y favoreció un período de auge mercantil en la ciudad. Luego de quebrar, como producto de la guerra con Brasil, en 1826 fue nacionalizado y pasó a llamarse “Banco Nacional”; posteriormente fue disuelto en 1836 por Juan Manuel de Rosas, quien declaró que la moneda emitida estaba garantizada exclusivamente por el gobierno y mediante la Casa de Moneda.

Tras el derrocamiento de Rosas, en 1854 se propuso el Banco de la Provincia de Buenos Aires, cuya historia temprana revela su originalidad en cuanto a sus formas y funciones a nivel internacional. Carlos Marichal subrayó que la apertura de sus sucursales por toda la provincia a partir de 1863, en un momento donde la ganadería, la agricultura y el comercio de Buenos Aires eran superiores al del resto de Latinoamérica, explican el importante rol que cumplió el Banco en el impulso de la incipiente agroindustria argentina. Hasta la década de 1880, el Banco de la Provincia de Buenos Aires representó la mayor institución bancaria de toda América Latina en lo que refiere a monto total de depósitos y créditos. Durante la presidencia de Sarmiento se creó el Banco Nacional, que abrió sucursales en todo el país y adquirió muchos de los privilegios del Estado que antes tenía el Banco de la Provincia de Buenos Aires, volviéndose su poderoso rival después de 1880.

El peso moneda nacional

El período 1880-1935 fue abordado por Andrés Regalsky, investigador principal de CONICET y docente universitario. Esta etapa comenzó con la creación del peso moneda nacional en 1881, en el marco de la construcción del Estado nacional. Asimismo, se nacionalizaron los bancos emisores, que estaban funcionando cada uno por su cuenta. La creación del peso moneda nacional vino acompañada por el problema del patrón monetario, que en enero de 1885 llevó a que el nuevo sistema monetario entrara en un período de inconversión. La creación de la caja de conversión en 1890, si bien “no convirtió nada” hasta 1902, le quitó la facultad de emisión a los bancos.

El crecimiento del Banco Nacional y el impulso de los bancos provinciales durante el gobierno de Roca comenzaron a discutirle la hegemonía al Banco de la Provincia de Buenos Aires y provocaron la conformación de un sistema tripartito, donde la circulación y el poder de crédito estaban divididos en partes prácticamente iguales. En 1899 se decidió volver a un régimen de conversión y durante el período 1902-1914, señaló Regalsky, se logró resolver la tensión existente entre la necesidad de liquidez para asegurar el crecimiento y la necesidad de una estabilidad monetaria. Sin embargo, la Primera Guerra Mundial interrumpió esto y se suspendió el sistema de conversión. Este período de inestabilidad en el contexto internacional tuvo, en el plano local, al Banco Nación como elemento organizador.

En 1929, cuando se produjo la Gran Depresión, Yrigoyen cerró la Caja de Conversión. El gobierno de facto que asumió en septiembre de 1930 buscó volver al patrón oro, apareciendo el control de cambios en 1931, pero esa búsqueda chocó con distintas cuestiones; entre ellas, que la Libra y posteriormente el Dólar abandonaron el patrón oro. Regalsky finalizó su exposición señalando que el gran viraje se produjo con la asunción de Federico Pinedo en 1933, en el marco del gobierno de Agustin P. Justo, quien consolidó un proyecto que culminaría con la creación del Banco Central.

Andrés Regalsky.

El Banco Central

Javier Ortiz Batalla, economista y presidente de la Universidad Torcuato Di Tella, abordó el período transcurrido entre 1935 y 1949. La apertura del Banco Central en mayo de 1935 cambió por completo toda la regulación del sistema financiero. Ortiz Batalla puntualizó cómo el Banco Central centralizaba poderes previamente dispersos, adquiría el monopolio de emisión de moneda, asumía el control de cambios y se hacía cargo de todos los pasivos y activos de la caja de conversión. Asimismo, el economista destacó que medidas como la inyección de una base monetaria y el uso de operaciones de mercado abierto actuaron exitosamente de forma contracíclica, inyectando pesos en la economía local durante la crisis internacional de 1937-1938.

Sin embargo, hubo dos eventos que transformaron el comportamiento del Banco Central y del sistema financiero: la Revolución del 43 contra el presidente Ramón Castillo y el progreso de la Segunda Guerra Mundial. La economía local se expandía mientras otros países atravesaban una recesión y reducían la inflación. Sin embargo, cuando la economía internacional comenzó a estabilizar los precios y crecer en 1948, la economía nacional comenzó a mostrar signos de debilidad, llevando a que en 1949 la Argentina tuviera su primera crisis cambiaria con inflación, caída del producto y default de la deuda comercial. En este contexto, según Ortiz Batalla, el Banco Central adquirió dos características: la de ser prestamista de primera instancia del gobierno y la de constituirse como banco impulsor del desarrollo. En marzo de 1946, el Banco Central se estatizó y pasó a ser un ente autárquico del gobierno nacional, autarquía que perdió en 1949 cuando se consolidó su dependencia del Ministerio de Finanzas.

Los expositores Gerchunoff, Ortiz Batalla y Regalsky.

Inflación, deuda y Dólar

Finalizó el panel Pablo Gerchunoff, economista e investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, quien describió al período 1944-1974 como una etapa en la que hubo un debate de política económica sobre la moneda, la inflación y el patrón productivo y distributivo. El momento inicial se caracterizó por un intento del General Perón de cambiar profundamente el patrón distributivo de la Argentina: los salarios reales subieron y se favoreció al sector industrial. Este “primer Perón”, explicó Gerchunoff, fue moderadamente inflacionario, pero a continuación devino una etapa aceleradamente inflacionaria que culminó con un plan de estabilización. Posteriormente llegó el desarrollismo, caracterizado por el llamado a la inversión extranjera directa, los bienes de consumo durable, la inversión en petróleo y en la industria automotriz, y una política dura en términos fiscales y monetarios. El factor central en los años 60 fue la inflación estructural. Gerchunoff llamó la atención sobre el hecho de que en 1961 Frondizi gobernara con superávit fiscal y con el menor nivel de gasto público en términos reales desde 1935, y que incluso así tuviera inflación.

Los siguientes gobiernos, de Illia y Onganía, desarrollaron políticas económicas muy distintas, pero ambas con un diagnóstico estructuralista. Con el ministro Krieger Vasena, durante el gobierno de facto de Onganía, se planteó un proyecto de cambio estructural cuyo desarrollo quedó interrumpido por el Cordobazo y los problemas políticos económicos y de fractura social, así como por los shocks petroleros. El cambio de precios relativos lo hizo el gobierno de María Estela Martínez de Perón, pero fue esterilizado por los sindicatos: el tipo de cambio subía y los salarios crecían en la misma proporción. Así, la Argentina entró en un nuevo escenario de 50 años (1974-2024) que tuvieron como factores centrales la crisis de la deuda y el Dólar como activo financiero, algo que en los 30 años previos no había tenido una dimensión significativa. Hubo un primer momento, de 1975 a 1990, que se caracterizó por un régimen de alta inflación, que superó el promedio de la inflación sudamericana. En el segundo momento, de 1991 a 2006, la inflación fue mucho más baja que en el resto de América Latina, aún con una catástrofe político institucional y de los ahorros en el medio. Y una última etapa, caracterizada por el aumento del gasto público, la apreciación de la moneda y una Argentina que, dice Gerchunoff, “evoca muy significativamente al primer Perón. Con una ventaja, y es que su bonanza duró mucho más (…) Y sin embargo eso nos lleva a una situación muy complicada”. El economista finalizó su exposición con un repaso de la inflación de los últimos años a través de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.

El encuentro concluyó en este punto, tras haber revisado la gran trayectoria de la historia monetaria del país y abriendo interrogantes sobre el futuro. Tal como lo planteó Eduardo Míguez al iniciar el panel, el hecho de que la misma existencia de la moneda nacional sea objeto de discusión en la actualidad explica la importancia de abordar este tema desde el espacio de la Academia Nacional de la Historia, para verlo desde una perspectiva de largo plazo.