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“No hay esquema económico exitoso sin mínimos consensos políticos”

Lo sostuvo el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, en el cierre de la Conferencia Anual de FIEL realizada en la BCBA. Durante la jornada, destacados economistas disertaron sobre la coyuntura micro y macro económica, de cara a los desafíos que deberá enfrentar la próxima administración política.

Guido Sandleris, presidente del BCRA, cerró la Conferencia Anual de FIEL.

La Conferencia Anual de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) es uno de los eventos más esperados por todos aquellos interesados en la situación actual de la economía argentina y sus perspectivas. En un momento histórico clave, marcado por una nueva crisis económico-financiera en el contexto de un proceso electoral, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires fue anfitriona de este encuentro que el 26 de septiembre reunió a economistas de primera línea.

En el panel El problema de la deuda, el director ejecutivo de Quantum Finanzas, Daniel Marx, hizo referencia al monto del endeudamiento comparado con el Producto Bruto Interno (PBI): “Hemos escuchado que la deuda representa un 30% del PBI. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dice que está cerca del 100%. A nosotros, el cálculo nos da alrededor del 65% del Producto Bruto. Si nos comparamos con otros países, no estamos en la peor de las situaciones. Nos encontramos en un nivel por encima de varios países de América latina y por debajo de otros como Brasil”.

Respecto de la política de deuda a definir por la próxima administración, el ex secretario de Finanzas advirtió que “la Argentina parece encaminada a una revisión de los contratos, pero si no se atienden los problemas de fondo, todo lo que se hace es comprar más o menos tiempo. Si se van a replantear los contratos, es preciso darles estabilidad financiera. Para reestructurar la deuda se debe analizar quiénes son las autoridades, cuál es el plan y si es creíble. En la Argentina se buscan atajos, lo que no es deseable. El país no está en una situación en la que se puedan encarar estos temas con revisiones sucesivas. No se debería ir a una reestructuración ‘a lo carnicero’, dejando la deuda en default como única propuesta. Lo deseable es una cirugía más fina, en la que se pueda considerar instrumento por instrumento”.

“Hay que cuidar la política monetaria para evitar la fuga de capitales, pero también para evitar que condicione al consumo” (Daniel Marx).

Por su parte, el presidente de Macroview, Rodolfo Santángelo, aseveró que “en 2015 se cometió un error de diagnóstico muy importante: no haber entendido que la deuda pública ‘baja’ partía de bases no genuinas”, y explicó: “La Argentina tiene un problema grave de deuda pública. En 2015 la deuda era de 22 puntos del Producto Bruto, pero había un Banco Central sin reservas, quebrado, igual que el sistema de seguridad social. En las administraciones anteriores se había pagado la deuda con reservas; y cuando se estatizaron los fondos de pensión, aumentó el déficit del sistema previsional. Luego, el actual Gobierno tomó deuda pensando en un escenario de crecimiento económico sostenido y con un tipo de cambio de 17 pesos que, se suponía, era un valor de largo plazo. Ahora debemos con un Dólar a 60 pesos y la economía demuestra, en la última década, una absoluta incapacidad para retomar el crecimiento económico. Al Gobierno se le fue la mano en el proceso de endeudamiento, y los inversores compraron irresponsablemente”.

“Se debe reconocer rápidamente la gravedad del problema del endeudamiento argentino” (Rodolfo Santángelo).

Posteriormente, en el segmento denominado La coyuntura macroeconómica, el economista jefe de FIEL, Daniel Artana, enumeró las restricciones que tendrá al comienzo de su mandato quien asuma como Presidente el 10 de diciembre: “Probablemente, hoy la Argentina tenga un superávit en la cuenta corriente del balance de pagos, pero con una economía que sufre una recesión bastante importante. En alguna medida vamos a ‘vivir con lo nuestro’, porque la inversión habrá que financiarla con ahorro doméstico. Si la sociedad argentina espera que a partir del cambio de gobierno nos recuperemos, tras la gran caída de consumo que hemos tenido… Lo cierto es que la restricción externa no permitirá ir más rápido que la disponibilidad de dólares que pueda generar una suba de exportaciones”.

Respecto de un eventual levantamiento del cepo cambiario en la próxima gestión, Artana adelantó que “será difícil sacar el control de cambios durante la primera parte de la futura administración, mientras dure la renegociación de la deuda”, y agregó: “El próximo gobierno heredará una situación externa equilibrada, una situación fiscal algo mejor de la que había al final de 2015, pero también una inflación muy alta y una caída muy importante en la demanda real de pesos. Cuando existen pocas reservas netas y se da una coyuntura en la que la demanda de dinero está ‘temerosa’, hay que ser muy cuidadoso con lo que se hará en materia de política monetaria. Un error en la política monetaria, con pocas reservas netas, en un contexto de aumento de la velocidad del dinero, genera el riesgo de una aceleración inflacionaria (que no necesariamente tiene que ser híper, pero no es lo mismo una inflación de 4% mensual que otra de 4% quincenal). En tal sentido, se requiere de un manejo profesional de la política monetaria”.

“Mientras dure la incertidumbre respecto de cómo será la reestructuración de la deuda, vamos a tener muy escaso financiamiento externo” (Daniel Artana).

A su turno, el consultor independiente Joaquín Cottani afirmó que hay “dos maneras de salir de la grave situación actual”, y explicó: “Nuevamente se plantea el conflicto entre ‘gradualismo vs. shock’. Actualmente, ‘gradualismo’ significa aceptar el control de cambios: en todo caso, hacer más prolijo el sistema actual o ir a un sistema dual de tipos de cambio diferenciados (‘financiero’ y ‘turista’). También implica un mantenimiento del superávit fiscal. Asimismo, hay que reestructurar la deuda externa –intereses incluidos– y reperfilar lo máximo posible los vencimientos en pesos –en especial, los que vencen en 2020–. La idea es minimizar las necesidades financieras de 2020 en dólares y en pesos. La brecha cambiaria continuaría siendo alta, también la inflación, y la economía seguiría en recesión o estancada”.

Al precisar que “la alternativa del shock propone la licuación del gasto en términos reales”, Cottani recordó que “si bien parte de dicha licuación ya se ha producido por aceleración de la inflación, hay que resolver el ‘después’ del proceso licuatorio”, y añadió: “Es preciso suspender la indexación del gasto social, reemplazándola por un aumento discreto decidido por el Gobierno. Como hemos visto en el pasado, se trata de un importante shock devaluatorio inicial –nominal y real– producido, por ejemplo, por el pago directo de la deuda en pesos que vence en 2020. Al quedar subvaluado el peso, la expectativa de devaluación se desploma y las tasas de interés caen abruptamente. A medida que la recaudación de impuestos aumenta, el tipo de cambio real se aprecia y entonces es posible bajar las retenciones hasta, eventualmente, hacerlas desaparecer. Por supuesto, se trata de un escenario sumamente riesgoso, pero hay que preguntarse cuál sería la alternativa y, en todo caso, considerarlo como el mejor de los males”.

“Un eventual escenario de inacción en política económica llevaría inevitablemente a la espiralización de la inflación, con una híper o una dolarización casi completa al final del proceso” (Joaquín Cottani).

El panel sobre coyuntura macroeconómica concluyó con la presentación del profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, Pablo Guidotti, quien sostuvo que el principal problema que enfrenta la Argentina es el de una debilidad fiscal crónica: “No es sólo un problema fiscal, además repercute negativamente en muchas otras áreas de la economía, en particular en los temas monetarios”. En tal sentido, el economista sostuvo que el primer error del Gobierno fue haber subestimado dicho problema fiscal: “Lo que se denominó ‘gradualismo’ fue, en realidad, ‘facilismo’. Se pensó que todo iba a resolverse simplemente con crecimiento económico. El ajuste fiscal se empezó a hacer seriamente recién después de la implementación del programa con el FMI, básicamente durante el último año, y en un momento donde el ajuste debió ser pro cíclico: el Estado ajustó cuando la economía estaba en recesión. El sector público pasó de deber 113.000 millones de dólares en 2015 a 202.000 millones en lo que va de 2019, mientras que el sector privado mantuvo su endeudamiento externo sin incrementarlo –esto es una fortaleza– y mostró mucha cautela después del segundo semestre de 2016”.

“Los países con problemas de credibilidad –fundamentalmente, las economías emergentes con historias de incumplimiento de contratos– enfrentan restricciones de liquidez en el mercado de capitales: no pueden pedir prestado todo lo que quieren”, remarcó Guidotti. “Cuando se considera un país como la Argentina, éste no debería tener un nivel de deuda pública/producto superior al 35% del PBI. Ahora bien, pasar del actual nivel de deuda de 90% al nivel razonable de 35% no será posible ni con crecimiento ni con ajuste fiscal: eso va a requerir de una reestructuración de deuda, y la negociación con el Fondo no va a ser nada simple”.

El cierre de la Conferencia Anual de FIEL estuvo a cargo del presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Guido Sandleris, quien aseguró que el sistema financiero argentino está sólido: “Hace más de 15 años, el Banco Central estableció regulaciones que limitan fuertemente la exposición de los bancos al sector público, y dividió al sistema bancario en dos segmentos –de dólares y de pesos– casi totalmente aislados en la práctica. La regulación estableció también que, en forma precautoria, los bancos deben mantener niveles muy elevados de liquidez: mucho más elevados que los de los estándares internacionales. Desde entonces, todas las administraciones han respetado estos principios”.

El funcionario exhortó a que la sociedad argentina adopte como principios el equilibrio fiscal intertemporal, una economía competitiva e integrada al mundo y la protección del ahorrista en moneda local: “Es lo que necesitamos para empezar a crecer de manera sostenida, bajar la inflación, y mejorar la calidad de vida de nuestros ciudadanos”. Asimismo, Sandleris estimó “muy difícil” que las empresas inviertan, que las personas planifiquen a futuro, y que se edifiquen las bases para el crecimiento y el desarrollo “si existe el riesgo de que la política económica oscile como un péndulo, de extremo a extremo”, y completó: “La ausencia de consensos básicos conlleva riesgos que obligan a una mayor disciplina fiscal y prudencia monetaria”.

“No contamos con un anclaje nominal fuerte que impida que una depreciación de la moneda se traslade inmediatamente a precios y deteriore el salario real”, admitió el presidente del BCRA. “No hemos edificado aún la confianza necesaria para tener un mercado local estable de deuda pública y privada. No hemos construido todavía un colchón de ahorro público que ayude a suavizar el nuevo sudden stop que estamos viviendo. Es imprescindible proteger los recursos de quienes ahorran en pesos. Para ello, las tasas de interés reales tienen que ser positivas. Todos sabemos que nuestra moneda es por demás inestable y que nuestro sistema financiero es muy chico, incapaz de atender adecuadamente las necesidades de financiamiento de empresas y ciudadanos que quieren invertir o adelantar consumo”.

“Una de las dolorosas lecciones de la última década –en la que la Argentina no creció, no logró bajar la inflación y tampoco logró bajar la pobreza– es que no hay esquema económico que pueda ser exitoso sin mínimos consensos políticos. He notado en esta campaña electoral cierto consenso con relación al tema del equilibrio fiscal; se lo denomina de distintas maneras: algunos hablan de evitar el endeudamiento excesivo, otros de reducir el déficit. En el fondo estamos hablando de cosas similares. Cada uno podrá tener su preferencia sobre qué impuestos son más eficientes y justos, o qué partidas del gasto público son más necesarias. Si al menos tenemos estas discusiones en un marco de acuerdo acerca de la necesidad de tener las cuentas públicas equilibradas, habremos dado un gran paso adelante”.

“Es en tiempos como estos cuando los desequilibrios macroeconómicos acumulados por años tienen impacto palpable en la vida cotidiana de la gente” (Guido Sandleris).