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“No podemos confiar en China para salir de la crisis pospandemia”

Durante la Conferencia Anual 2020 de FIEL, la economista española Alicia García Herrero sostuvo que la pospandemia estará determinada por un fenómeno previo que la trascenderá: el de la progresiva disminución del comercio y la inversión entre países. “La desglobalización estaba bien sembrada antes del COVID, antes de Trump y antes de la guerra comercial”.

Alicia García Herrero en la Conferencia Anual 2020 de FIEL

La Conferencia Anual 2020 de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), llevada a cabo de manera remota, tuvo como principal oradora a la académica española Alicia García Herrero, quien fue economista jefe para Asia-Pacífico en el banco de inversión francés Natixis. García Herrero inició su charla con una estimación de las posibles consecuencias económico-financieras de la pandemia en el largo plazo. “En cualquier caso, el crecimiento potencial de la economía será a la baja”, sostuvo la disertante, y explicó: “La reducción de la rentabilidad de las empresas lleva a recortar las inversiones de los sectores privado y público; este último, obligado a encarar un gasto dedicado a la pandemia, no podrá invertir en crecimiento. La inversión, entonces, será uno de los aspectos de la economía más perjudicados en el mundo pos-COVID. Por otro lado, está el incremento de la deuda, en especial en el sector público. Obviamente, una buena parte del endeudamiento público llegará por la necesidad de intervenir en determinadas empresas, o incluso de estatizarlas. Asimismo, la distribución de la renta empeorará por una serie de factores. Habrá un efecto depresivo por el lado de la inflación, lo que ya se ve actualmente en China, con la consecuente disminución de los salarios y del poder adquisitivo. También hay una gran volatilidad de flujos en el mundo emergente, e incertidumbre por la capacidad del Dólar como moneda de reserva. Todo esto no podría llevar más que a momentos de histeria financiera, al margen de los ya vistos en marzo de 2020, que añadirían un impacto negativo al crecimiento potencial de los próximos años. Con referencia al capital humano, la caída histórica de la natalidad, sumada a la reciente pérdida de vidas por el COVID, llevará a un decrecimiento potencial del mismo”.

La economista hizo especial énfasis en la reducción mundial del tamaño de las cadenas de producción que, aseguró, ocurre desde 2008 como parte del fenómeno de la desglobalización: “Esto se da al margen de la disminución de precios de las materias primas registrada desde 2010/2011”, advirtió. “Sin embargo, China sufre este proceso menos que el resto de los países, entre los cuales, los más afectados son los europeos. Así, pese a dicha reducción generalizada, China aumenta su tamaño relativo. La desglobalización es previa al COVID e incluso anterior a la guerra comercial, que ahora se agudiza por el desacoplamiento cada vez más intenso entre Estados Unidos y China. En cuanto a los flujos financieros, hay también una clara desglobalización en la inversión directa, que continúa reduciéndose desde la crisis de 2008. Sin embargo, este proceso no es tan fuerte como en el caso del comercio o de la inversión directa. Los ganadores de este proceso serán los países con gran población, y lo serán en mayor medida si cuentan con una renta per cápita que permita un consumo sostenible, y si además son acreedores netos –en este último caso, porque no dependen de los flujos de capitales externos–. Por su parte, los países que dependen mucho de sus exportaciones, de la cadena de producción global, del turismo o de la tecnología, sufrirán mucho más el shock económico pospandemia”.

Alicia García Herrero dedicó buena parte de su presentación a analizar la dinámica de la economía china y sus eventuales consecuencias para el resto del mundo: “China entró primera a la pandemia y ahora es la primera en salir, reforzada, con un llamativo crecimiento de 4,9% en el tercer trimestre. Si se compara a China con occidente, y sobre todo con Europa, este dato parece una maravilla; pero no lo es si se compara a China consigo misma. Hay que recordar que China creció 6% el año pasado, por lo que –según las previsiones– en 2020 crecería sólo un tercio que en 2019. Creo que esto debiera ser una nota de alarma para el resto del mundo. Si resulta que en China hay una reducción de la inversión privada y del consumo, ¿qué hay que esperar para los demás países? En este contexto, existe un riesgo financiero relevante, particularmente en la propia China. El país asiático no puede permitirse quedar expuesto a una nueva mega burbuja financiera: el riesgo sería entonces mucho mayor que en 2008, e incluso que en 2015. El plan de China es innovar, con desarrollo tecnológico y educación, para seguir convergiendo con Estados Unidos. Su objetivo es llegar a ser un país moderadamente desarrollado en 2035, con una renta per cápita estimada de 20.000 dólares; esto es, una renta per cápita algo por debajo que la de España o la de Corea del Sur, pero que duplicaría el valor actual chino. Para ello, China debería crecer aproximadamente a un 5% anual. Es, realmente, un objetivo muy difícil de lograr”.